El buen orador I. Principios básicos.

Como proyecto educativo, uno de los pilares más importantes para Bejalai son nuestros oradores. Iniciamos una serie de artículos breves destinados al arte de la oratoria. Todos ellos apoyados en gran medida en la obra de Dale Carnegie, empresario y escritor estadounidense apasionado de la comunicación eficaz y las relaciones humanas. Personalmente, sus consejos me han ayudado mucho durante mis años de experiencia en docencia y discursos.

Hoy abordamos los principios básicos que toda persona debe tener en cuenta para llegar a ser un buen orador. Lo cual, dicho sea de paso, está al alcance de todos si enfocamos nuestro objetivo, realizar un discurso con calado, de manera adecuada. Disfrutadlo y compartid vuestras opiniones con nosotros.

3 Principios del buen orador: conocimiendo, experiencia y motivación

Todo discurso debe partir de estos 3 principios fundamentales:

  1. Habla de algo en lo que lleves años preparándote. Gánate el derecho a hablar de ese tema. Si solo has leído un libro o estudiado un breve periodo sobre ello, probablemente a tu discurso le faltará fuerza y profundidad, sobre todo si no eres un orador experimentado.
  2. Busca dentro de ti el tema adecuado para preparar tus charlas y poder hablar desde el corazón y no desde un libro. Esto sin duda aporta naturalidad y fluidez.
  3. Ten un vivo deseo de comunicar y demuéstralo. Pregúntate el para qué de tu discurso (su objetivo o misión más trascendente) y asegúrate de que la respuesta te conmueve y te impulsa a transmitir tu mensaje.

Conocimiento sobre el tema a exponer: genera confianza en ti mismo y en los oyentes. No olvides apoyar tu discurso en datos objetivos y aportar valor. Regala una perspectiva o dato nuevo a quién te escucha.

Experiencia: genera empatía y por tanto engancha al oyente. Además de que la experiencia también genera conocimiento, lograr que tu audiencia se ponga en tu pellejo, es la clave para mantenerla conectada a tu discurso.

Motivación: te conecta contigo mismo y con los oyentes. Antes de hablar, asegúrate de que tienes algo importante que decir, al menos para ti. Una vez lo hayas hecho, recuerda ese principio físico que dice que la energía ni se crea ni se destruye, se transforma. Se contagia. Si quieres reacciones potentes en aquellos que te escuchan, comunica tu mensaje con la pasión que merece.

3 Consejos que te harán más sencillo afrontar un discurso. 

  • Los juicios, en positivo: si tus gomas de borrar duran menos que tus lápices, vas por el buen camino. Todos nos equivocamos, tus discursos solo pueden ir a mejor. Atrévete a replantearte constantemente todo, sabiendo que una base sólida no es lo mismo que una base eterna. Todo puede cambiar. Cambiar a mejor. Para ello es importante aportarnos críticas centradas en mejorar, no en atacar nuestra autoconfianza.

    “Gomas guays” que ensuciaban más que limpiar, qué recuerdos.
  • Ten un cuaderno de notas a mano. Recopila experiencias y acude a ellas como ejemplos para ilustrar tus mensajes o apoyarlos. Incluso pueden inspirarte como punto de partida para una buena charla.
  • La sencillez, un aliado. Cultívala en el día a día y recuerda, no hay discurso aburrido por su sencillez.
    Todo lo contrario. Un buen orador hace parecer simple el más complejo de los discursos y apasionante el más simple de los temas.

Manos a la obra: preparación de tu discurso conferencia. 

Llegado el momento de afrontar la elaboración de tu discurso, estos son algunos aspectos que no debes olvidar:

  • Elige tema y pregúntate qué quieres que tus alumnos u oyentes se lleven al acabar tu intervención. La respuesta a esa pregunta debe ser concreta. Verifica que has logrado tu meta cediéndoles la palabra y permitiendo, a través de una pregunta adecuada, que compartan con qué se han quedado de tu intervención. Eso, además, fijará aún más sus aprendizajes.
  • Haz breves notas para organizar tu discurso y esquematízalo. Después, ve desarrollando las partes de lo general a lo concreto.
  • No escribas tu discurso al completo. Si memorizas tu charla palabra por palabra no comunicarás desde el corazón. El discurso por tanto no será fluido y te costará más conectar contigo mismo y con los asistentes.
  • Busca un gran número de ejemplos e ilustraciones para tu charla. Las experiencias conectan con la memoria emocional del orador (que recuerda mejor el relato y lo transmite con más énfasis y naturalidad) y del oyente (que lo recibe con mayor interés al ponerse en la piel del interlocutor y por supuesto lo memoriza más fácilmente).
  • Conoce el tema con más profundidad de la que vas a transmitir en tu charla. Te dará confianza y recursos para ofrecer a los interlocutores ante sus posibles intervenciones.
  • Ensaya conversando con tu círculo de allegados, en tu zona de confort. De manera directa (comunícales partes de tu discurso que puedan ayudarles o que quieras compartir con ellos por algún motivo) o indirecta (cuéntales chascarrillos o anécdotas que vayas a utilizar en tu discurso de manera natural y observa ante cuales reaccionan en línea con tus expectativas). Todos antes o después nos enfrentamos al eco del silencio de la audiencia después de una broma que solo nos hacía gracia a nosotros, lo importante es salir de él fortalecidos y, en la medida de lo posible, evitar esos momentos preparando bien nuestras anécdotas.
  • Conoce a tu audiencia. No puedes conectar con alguien al que no conoces, o al menos, no igual de bien que si sabes algo acerca de sus gustos e inquietudes. Deberás modular tu discurso hacia temas y ejemplos más genéricos o concretos en función del conocimiento que tengas de los intereses y experiencias comunes de tus oyentes. No harás las mismas bromas a un grupo de estudiantes de 13 años, que probablemente piensen que una ventosidad es el sonido más gracioso que se puede escuchar en la naturaleza, que a un grupo de amantes de la literatura clásica que esperan un discurso sobre Shakespeare (o sí, la cuestión es que te preguntes qué les hace reír).
  • Resta atención a cómo expresas y repasa el porqué. Cuando sales de ti mismo y te abres a las personas para las que comunicas, tu mensaje es mucho más natural y potente. Además, recibirás constantes imputs que te darán información sobre como reorientar tu discurso. Si tu actitud es correcta, tu discurso lo será. No te centres tanto en tus gestos, si bien puedes ir reflexionando poco a poco sobre ellos a lo largo de tus discursos (grabarte y verte es un feedback increíble, atrévete a hacerlo).
  • Sé tú mismo. Muchos de los consejos que otro orador puede darte están contextualizados dentro de sus experiencias y habilidades. Una vez más me viene a la cabeza el famoso principio de la PNL: “el territorio es más extenso que el mapa”. Por eso, la mayoría de los consejos se dan desde la experiencia propia, sin poder entender completamente la del otro. Así que encuéntrate cómodo adaptándote desde tus propias habilidades y conocimientos, no intentes imitar los de los demás (sí, acabo de aconsejarte poner atención a qué consejos sigues, en un artículo cargado de ellos).
  • Sé directo. Ayer dijimos en una de nuestras formaciones para intérpretes la frase “el tiempo es oro y el que lo pierde bobo”. Pues eso, sí das muchas vueltas a tu mensaje las personas pierden el interés, o bien porque tienen otras cosas en las que pensar, o bien porque el cerebro humano necesita unas niveles estimulares mínimos de excitación para sostener la atención.Me gustaría terminar este artículo recomendando dos clásicos que lo han inspirado: Carnegie, D. (1936). Cómo ganar amigos e influir en las personas (How to Win Friends and Influence People), EE.UU., Simon & Schuster y Carnegie, D. (1995). El camino fácil y rápido para hablar eficazmente (The Quick and Easy Way to Effective Speaking) – 3ra. edición. Barcelona: Edhasa (808.51, CAR).

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